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martes, 31 de enero de 2012

Hoy , sigo aprendiendo...



Hoy he aprendido , o mejor dicho, me ha recordado la vida;
Que no puedes cambiar el punto de una persona.
Que no puedes explicarle como debe sentir o actuar.
Que tu forma de sentir no es la misma que la suya.
Que porque no entiendas algo no tienes que juzgarlo.
Que porque yo quiera una cosa ,que crea que esta bien , tal vez tú en ese momento es lo que menos necesitas.
Que cada persona tiene su momento y su lugar.
Que por mi vida pasa mucha gente  y es cosa de dos decidir si se queda o no.
Que repetir tanto las cosas y dar explicaciones hacen que tus palabras pierdan valor.
Que los actos , las palabras y los buenos momentos no sirven de nada a una persona enfadada.
Que idealizar a una persona y esperar algo de ella , es llevarte una decepción. Porque esperas lo que tu quieres y no lo que necesitas que te dé.
He aprendido que forzar  a una persona por la búsqueda de respuestas , es a veces escuchar palabras que hacen daño, y herir a ésta por no dejarle su espacio.

Aquí os dejo un pequeño cuento que en situaciones como estas me hace pararme a reflexionar. Es de Jorge Bucay , uno de mis preferidos

LA TRISTEZA Y LA FURIA

En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar,
o quizá donde los hombres transitan eternamente sin darse
cuenta...
Había una vez...
Un estanque maravilloso.
Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban
peces de todos los colores existentes y donde todas las
tonalidades del verde se reflejaban permanentemente...
Hasta aquel estanque mágico y transparente se acercaron la
tristeza y la furia para bañarse en mutua compañía.
Las dos se quitaron sus vestidos y, desnudas, entraron en el
estanque.
La furia, que tenía prisa (como siempre le ocurre a la furia) sin
saber porqué, se bañó rápidamente y, más rápidamente aún,
salió del agua...
Pero la furia es ciega o, por lo menos, no distingue claramente
la realidad. Así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, el
primer vestido que encontró.
Y sucedió que aquel vestido no era el suyo, sino el de la
tristeza...
Y así, vestida de tristeza, la furia se fue.
Muy calmada, muy serena, la tristeza terminó su baño y, sin
ninguna prisa, con pereza y lentamente, salió del estanque.
En la orilla se dio cuenta de que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es
quedar al desnudo. Así que se puso la única ropa que había
junto al estanque: el vestido de la furia.
Cuentan que, desde entonces, muchas veces uno se encuentra
con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada. Pero si nos damos
tiempo para mirar bien, nos damos cuenta de que esta furia que
vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia,
en realidad, está escondida la tristeza.

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