Dicen que las personas que nos rodean son espejos de nosotros mismos, de nuestra personalidad , que cada una de ellas nos muestra lo malo y lo bueno que tenemos .
A veces, se convierten en seres queridos, en amigos o en parejas ; otras,en seres tediosos,enemigos o personas que te sacan de quicio sin saber por qué. Todas forman parte de ti , te enseñan algo, aunque no sean conscientes y te marcan aun sin formar ya, parte de tu vida. Pueden quedarse durante mucho tiempo o pasar fugazmente sin apenas percatarte.
¿Pero qué pasa con esos reflejos? Aquellos seres que te han conmocionado y que ya no están , bien , porque se han ido o porque tu los has echado , porque eres incapaz de convivir con ellos ya sea por dolor , decepción o puntos de vista diferentes.
Pero que cada vez , que te das la vuelta y miras por el rabillo del ojo, sientes que están ahí, que las emociones que te hicieron sentir reviven y tus sentidos se ponen alerta,como si hubieras visto un fantasma.
No entiendes por qué pasa esto y empiezas a notar ese vacío que creíste ya superado...
Comienzas a repasar mentalmente todo lo sucedido y a buscar los motivos de ese distanciamiento , pero a la vez resurgen dudas, tristeza , rabia y añoranza por esos momentos; una parte de ti siente que no te han mostrado lo que tienes que aprender y que tu alma está incompleta. Ese espejo se ha roto ,eres incapaz de arreglarlo ,pero aún así, coges los pedazos , sientes sus cortes, las manos te arden pero no te importa, porque buscas lo queda de ti en ese trozo de imagen deforme, recordándote , cada una de esas cicatrices; todas las respuestas que tú mismo eres incapaz de encontrar y sabiendo, que por mucho que pase el tiempo , esos reflejos te perseguirán y serás incapaz de atisbar lo que fue todo aquello que no pudiste conseguir.
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